lunes, 24 de marzo de 2008

¡La Primavera ya llegó!

El Equinoccio de Primavera llegó, anunciando el balance perfecto entre el día y la noche. Empieza a notarse un clima más cálido, noches más cortas (en el hemisferio norte) y un anhelo de unión. La fertilidad reina sobre los habitantes de la tierra, tanto animales como vegetales (los humanos tienen su propio ritmo). Se puede observar a las aves construyendo sus nidos y a los animales jóvenes apareándose. Posiblemente se divisen hadas afanándose en sus tareas, una vez han dejado atrás el letargo invernal.
Empieza la fiesta de los duendes, quienes gustosos atienden sus labores en una explosión de color y vegetación. Los espíritus elementales se sacuden y se despojan de su silencio y es posible entrar en contacto con ellos o sus travesuras en una tarde aparentemente perezosa. Ahora se extiende la invitación de la naturaleza hacia una época fecunda en creatividad, energía, ideas, vitalidad. Es posible que una idea o proyecto comience a cristalizarse.
Ostara, el sabbath del 21 de marzo o Equinoccio de Primavera, es el anuncio de resurrección, de nueva vida, del renacimiento de la fuerza vital -representada por el Sol- y de la fertilidad. Es hora de celebrar a las diosas del amor y la fertilidad (Afrodita, Ishtar, Astarté, Hator, Laksmi, Venus, Eostre, Ostara) y de los dioses (Osiris, Dionisios, Attis). Algunos de los símbolos que ha adoptado esta celebración, como los huevos de colores y el conejo, vienen de un mito de la diosa germana Ostara (equivalente a la sajona Eostre) que un día encontró un ave lastimada y, para sanarla, la transformó en conejo; pero la transformación no fue completa, ya que aún tenía la habilidad de poner huevos -que amorosamente llevaba a Ostara, delicadamente decorados (los huevos también simbolizan a la fertilidad y se comían ricamente decorados en la antigua Babilonia para los festivales de la primavera). Del mismo conejo se dice que era el consorte de la diosa y que tenía una libido muy desarrollada...

La diosa Ostara
Esperen un momento, ¡Jesus, el Cristo! ¡Por supuesto! Es Pascua, Semana Santa, Easter. ¿No es acaso lo mismo? De una forma u otra, para todos aquellos que celebramos la unión y la tolerancia entre religiones, sí es lo mismo. Esta época es el triunfo de la vida sobre la muerte o sobre la ilusión de la muerte... el ciclo de vida continúa. Vale acotar que la fecha de selección de la Semana Santa, es decir, del Domingo de Gloria (o de resurrección) está ligado directamente al Equinoccio de Primavera. Se elige la fecha considerando el primer domingo después de la primera luna llena que le siga al equinoccio... y después se cuentan para atrás los cuarenta días hasta Miércoles de Ceniza, y lunes y martes de carnaval...
Si bien en español Pascua viene del latín y significa "paso" y su relación directa es con la Pascua Judía, en inglés viene de Eostre, que era la diosa de la fertilidad de los sajones, cuyo nombre evoca el alba o nacimiento del sol. Ya que el sol nace por el Este que en inglés es East, de ahí viene Easter. En español no coincide el nombre, sí el significado, ya que la fecha se adoptó de varios cultos paganos: el renacimiento de la fuerza solar, que como Jesús, "trae la luz de la verdad y de la justicia divinas" (ya lo dijo San Jerónimo). Es también por esta razón por lo que el Sábado de Gloria (es decir, el Sábado Santo después de las cinco de la tarde) se realiza la bendición del agua y de la luz (o sea, de las velas). Así que para todas las religiones este es un momento de celebración y gozo.

Es un buen momento para plantar semillas y empezar su propio jardín de hierbas; unirse a la naturaleza en un largo paseo (sin olvidarse del paraguas), para alabar la belleza y el tesoro de la Gran Madre en su aspecto de Naturaleza. En el caso que deseen realizar un banquete especial, no olviden los productos lácteos, las nueces (a las que no sean alérgicos), flores, brotes, frutillas, y adornen sus casas con jazmines, rosas, violetas, peonías, irises, y narcisos... los que tengan otras opciones, como una buena Fanesca, ¡que les aproveche!
Fuentes: http://www.goddess.com.au/goddesses/Eostre.htm, www.wicca.com, "El anillo de las hadas" de Anna Franklin, www.religioustolerance.org/easter1.htm

martes, 4 de marzo de 2008

Las Doncellas del Mágico Reino Verde.

Para los verdaderos buscadores de hadas, el mundo ordinario se revela como un campo de infinitas posibilidades para el encuentro con estos seres mágicos. El corazón de la naturaleza es inmenso y penetrarlo es entrar al escenario de nuestra propia alma, para poder escuchar la canción mágica del mundo faérico. 

Un espacio que ha guardado desde siempre un aura mágica, ha sido el mítico "bosque". Al entrar a los bosques, levantamos el sutil velo entre los mundos y penetramos en el espacio inmenso de los sueños.

Los bosques, en especial lo que queda de impoluto en ellos, son los lugares comúnmente preferidos por las hadas. Se esconden en los claroscuros que nos confunden como si nos hallásemos dentro de un laberinto. Marcan las rutas con significados secretos y al seguirlas caemos más y más adentro del encanto del bosque que nos llama y nos rodea. Al perdernos entre los árboles, nos hallamos en camino de encontrar el Reino de las Hadas. A veces parece que aquellos gigantescos árboles, que nos sumen en la penumbra, atraen a los caminantes entre los mundos y nos invitan a perdernos y a penetrar en los secretos mundos del inconsciente. 
Como siempre, el que entra en el bosque con el corazón puro y buenas intenciones, nada teme; los demás aténganse a las consecuencias de su propia oscuridad y miedos.

Entre los muchos y maravillosos seres que podemos encontrar en los bosques son: 


También encontramos a las Damas Verdes. Se dice de ellas que han renacido de los destruidos y olvidados mundos antiguos, tan pronto como la naturaleza tomó otras formas. Estas doncellas emergieron del alma de la vegetación al amanecer, con el primer aliento del sol sobre la tierra. Surgieron de hojas, flores, musgo, escapando y a la vez retornando al/del espíritu que puebla los bosques.
Encontrar una dama verde es un indicio de vitalidad, energía, progreso y expansión.

Las damas verdes no deben su nombre al color de su piel, sino al de su ropa, que combina el verde en todas sus sombras. Ellas viven en el color de aquello que crece y por ello el verde es el color de los duendes. Las doncellas o damas verdes son las hijas de la luz. Se las suele confundir con otro tipo de hadas porque estos espíritus elementales han cambiado a través de los tiempos, tomando nombres y apariencias distintas, debido a que son seres muy antiguos. En su estado actual muy poco queda de inocencia y de silvestre. 

Viven alrededor de todo el mundo y son extremadamente bellas. En el pasado eran reverenciadas como diosas de los bosques y protectoras de la flora y la fauna del lugar donde habitaban y también guardianas de fabulosos tesoros.

Se dice de las Damas Verdes que al ser hijas de la luz son encantadoras e indescriptibles. Lastimosamente la mentalidad medieval las transformó en fantasmas y arpías, pero en realidad son seres llenos de bondad. Usualmente aparecen en las leyendas donde caballeros, príncipes y paladines caen perdidamente enamorados de misteriosas hadas, como Melusina.

Para los seres de los Reinos Mágicos, las Damas Verdes todavía son las guardianas del "espíritu del Reino Verde" y de la vida de los sueños, de las hadas y de las auroras. Sin ellas no habría campos verdes, hermosas flores ni arroyuelos cantarinos. No habría nada más que oscuridad y cenizas.

Fuentes: Pierre Dubois, "The Great Encyclopedia of Faeries"; Anna Franklin, "El Anillo de las hadas" .