jueves, 28 de junio de 2007

Diosas y hombres

En los cuentos de hadas y en las leyendas populares del mundo existen varias historias en las que un humano se enamora de un hada o de una diosa, pero casi nunca resulta una unión ventajosa para ninguno de los dos, especialmente para el humano. Y es que lo divino reside en un mundo interno, y solamente allí pueden unirse los dos amantes. De hecho, desde Jung, la unión con la pareja divina interna, es el encuentro con el ánima (en los hombres su mujer interior) o con el ánimus (en las mujeres, su hombre interior) y esta sagrada unión dará lugar a la integración y el encuentro con el Self, es decir, la individuación. La meta más importante en la vida de un ser humano, también llamada iluminación.

Kaguya Hime
El sueño de un gran amor se celebra en todo el mundo, es la energía desbordadora del romance que da lugar a las expresiones más bellas y más creativas de la humanidad. Uno de esos maravillosos cuentos es:"Kaguya Hime" o "El cuento del talador de bambú". Un cuento japonés que data unos mil años y que narra la historia de un talador de bambú y su esposa y el encuentro con la maravillosa niña a quien llaman Kaguya Hime. La niña muy pronto se convierte en una hermosísima mujer, pero, a pesar de los múltiples admiradores y en especial, el amor del emperador, Kaguya Hime desea regresar con su gente de la luna. El amor viene de múltiples maneras, ésta es la de los padres por sus hijos divinos, claro está que el emperador también aprende que vivir por siempre sin amor no se puede.


Tanabata

Otra maravillosa historia imposible de amor entre una diosa y un mortal, proviene también del Japón. Es la historia de Tanabata. Hoy, Tanabata también es un festival, llamado "festival de las estrellas", que se celebra el séptimo día del séptimo mes, en donde las estrellas Altair y Vega, normalmente separadas por la Vía Láctea se encuentran en el cielo. Es una celebración donde los árboles y las calles se decoran con coloridas lámparas de papel y las jóvenes escriben peticiones de amor en unos papeles de colores que cuelgan de los árboles. La versión más hermosa de este cuento la encontré en el libro "los siete mejores cuentos japoneses", sin embargo, existen varias versiones en el internet, que rescatan más la intervención del dios del cielo en la vida de su hija Tanabata y un joven pastor de bueyes, que el encuentro fortuito de ambos, que suele ser en la vida humana lo que normalmente da pie al encuentro con el amor...

En la historia, un joven aldeano encuentra un hermoso vestido brillante de plumas que pertenece a una diosa llamada Tanabata, que estaba tomando un baño en el lago. El muchacho, al ver a la muchacha desnuda y asombrosamente hermosa, la llevó a su casa, sin mencionar que él poseía el vestido, y la tomó como esposa. Los dos vivieron felices por un tiempo hasta que la muchacha encontró el vestido. Ella, luciendo el vestido se despidió de su amor, alzándose hacia el cielo, dejándole antes la tarea de tejer mil pares de sandalias de paja y enterrarlas aldedor de un árbol de bambú. El joven quedó desconsolado al ver partir a su amada esposa, pero al amanecer del día siguiente empezó a tejer las sandalias. Al terminar, las enterró alrededor del árbol, que empezó a hacersa cada vez más grande, alzándose hacia el cielo. El joven subió por el árbol, pero sólo había hecho 999 pares de sandalias, por lo que justo antes de tocar el cielo con las manos, el árbol se detuvo. Entonces llamó a su amada Tanabata que al mirarlo le ayudó a entrar en el cielo. Inundados de felicidad por estar reunidos de nuevo, se amaron.
Al padre de Tanabata no le gustó la unión de su hija con un mortal (a diferencia de la leyenda que circula, donde es él quien promueve la unión de su hija con el pastor, pero le molesta que ambos hayan descuidado sus labores, ya que estaban entregados a su amor), por lo que le trataba mal y le daba mucho trabajo para hacerlo infeliz. Finalmente, al ver que no podía separar a su hija del joven, el dios del cielo decide encargarle el campo de melones por 3 días y 3 noches. Tanabata advierte a su esposo que no probara ninguno de los melones, mas al tercer día de calor y cansancio el joven no pudo soportarlo más y tomó uno. Inmediatamente de la fruta salió una gran corriente de agua que se volvió un río separando a Tanabata y a su esposo por siempre. Es así que los dos amantes se miraron el uno al otro a cada lado del río hasta convertirse en dos estrellas que se reencuentran una vez al año la noche del siete de julio y se los puede ver brillantes en una noche despejada.

2 comentarios:

Chivis dijo...

vez justo lo que dije en el anteriror, sobre no es buena idea enamorarce de imposibles jejejeje...

Oonagh dijo...

Definitivamente es mala idea enamorarse de imposibles! Pero ¿qué es un amor imposible? ¿Acaso no somos nosotros mismos quienes producimos esa imposibilidad?